Chlamydia

Clamidia

¿Qué es?

La clamidia es una infección muy común causada por una bacteria que puede afectar tanto a varones como a mujeres. Puede afectar el pene, la vagina, el cuello del útero, el ano, la uretra, los ojos y la garganta. Por lo general, no presenta síntomas.

¿Cómo se transmite?

A través de relaciones sexuales sin preservativo, ya sean vaginales o anales y, en menor medida, orales. También puede transmitirse de una persona embarazada al bebé durante el parto.

¿Cómo se previene?

Usando preservativo de manera correcta y consistente durante todas las relaciones sexuales, vaginales y/o anales y campo de látex durante el sexo oral vaginal y/o anal. Estas medidas preventivas deben utilizarse tanto para prevenir la infección como para evitar la reinfección.

¿Cuáles son los síntomas?

Aproximadamente el 50% de los varones y el 75% de las mujeres con clamidia no tienen síntomas de la infección. Sin embargo, en las mujeres, pueden incluir flujo vaginal con alteraciones, sangrado después de las relaciones sexuales o entre los períodos de menstruación y dolor abdominal o pélvico. En los varones, flujo del pene, ardor al orinar, testículos adoloridos o hinchados. Por último, en ambos puede presentar secreción, picazón o dolor anal.

¿Cómo se detecta?

La clamidia se detecta a través de diferentes pruebas de laboratorio. Para esto, es posible que se realice un cultivo de orina o un hisopado para obtener muestras de secreciones vaginales o del pene.

¿Como se trata?

La clamidia se trata y se cura con antibióticos, de acuerdo a la indicación de un médico. En algunos casos, se administra en una dosis. Otros tipos de tratamientos duran hasta 7 días. Es común que aquella persona que tenga clamidia, presente también gonorrea asociada. Por eso, reciben tratamiento de manera conjunta. La recurrencia de la infección por clamidia es común y es recomendable volver a hacer análisis unos tres meses después del tratamiento, incluso si su pareja o parejas sexuales recibieron tratamiento.

Si la clamidia no se trata, puede aumentar el riesgo de transmisión del VIH y, en la mujer, puede invadir el área pélvica e infectar el útero, las trompas de falopio o los ovarios causando la EPI (Enfermedad Pélvica Inflamatoria).